miércoles, 23 de enero de 2013

Carta a los padres de mis alumnos

Estimados padres y madres:

Les escribo como profesor de Lengua Castellana y Literatura de sus hijos e hijas, para explicarles algunas cuestiones sobre el trabajo en esta asignatura.

Como saben, la materia que imparto es una de las más importantes del currículo, junto a las matemáticas (aunque lo es más la lengua, porque es la base de todos los aprendizajes del resto de las materias). Debido a esta importancia, sus contenidos se agrupan en dos grandes bloques: por un lado, el aprendizaje de la Gramática; por otro, el de la Literatura Española.

Los temas de Gramática consistirán fundamentalmente en el conocimiento de la morfología y la sintaxis del español, que sus hijos aprenderán con las explicaciones del profesor y posteriormente aplicarán analizando morofosintácticamente oraciones creadas ex profeso para ese fin, no extraídas de textos orales o escritos que supongan un uso real de la lengua.

Los temas de Literatura Española tratarán aspectos de historiografía literaria, biografías de los autores más importantes y etapas en su producción literaria; en algunos casos, también leeremos fragmentos de obras seleccionadas, que se comentarán atendiendo especialmente a la métrica utilizada y elaborando listas con los recursos literarios empleados por el autor.

Para desarrollar los contenidos de la asignatura utilizaremos el Libro de Texto, escrito por importantes entendidos en nuestra materia. Así no tendremos que perder tiempo en seleccionar los contenidos, metodología ni criterios de evaluación de entre los propuestos por la Administración Educativa, sino que nos conformaremos con lo que hayan decidido los autores del libro, aunque desconozcan las peculiaridades e intereses de sus hijos e hijas. Los ejercicios propuestos por estos autores, como es evidente, se mandarán como deberes de casa (excepto los talleres de redacción y las actividades TIC, que nos hacen desviarnos de lo esencial), sin importarnos su pertinencia, pues es importante que el alumno tenga siempre algún trabajo de la asignatura para las tardes (nuevamente, debido a la importancia de la materia).

La metodología utilizada tratará de transmitir el conocimiento del profesor, que es quien lo posee, al alumno, que debe recibirlo. Para ello se utilizarán las explicaciones orales, por lo que es imprescindible que sus hijos e hijas permanezcan en permanente silencio durante toda la hora de clase. Una técnica muy usual será el dictado de apuntes o el subrayado del libro de texto, actividades que consiguen eficazmente ese necesario silencio y hacen que la hora de clase se haga mucho más corta. Similar función tienen los dictados, que incluso sirven para mejorar la ortografía de los alumnos. No utilizaremos ordenadores sino para buscar información o textos literarios y siempre que se hayan impartido los temas programados para cada trimestre.

Por tanto, un día normal de clase debe comenzar con la corrección de los ejercicios enviados para casa, las explicaciones del profesor sobre el tema en cuestión (o dictado de apuntes, si se estima conveniente), una pequeña práctica para comprobar que se ha aprendido lo que debía aprenderse durante la clase y la relación de ejercicios que deben ser hechos en casa. Es importante que se traigan realizados, aunque, como se hacen fuera del aula, no les daremos mucha importancia, porque puede haberlos hecho otra persona (por ejemplo, los profesores particulares) o pueden copiarse de Internet o de un compañero antes de entrar en clase.

Cada trimestre habrá un libro de lectura obligatoria, necesario para aprobar la asignatura, elegido por los profesores del departamento en virtud de lo que consideramos interesante para los alumnos. Estos tendrán que demostrar que se ha leído el libro, superando un examen escrito. Con esta medida se pretende que se aficionen a la lectura y la incorporen como un hábito en su vida.

Realizaremos también dos exámenes cada trimestre y la nota media de ellos será la calificación de esa evaluación, siempre que ambos estén aprobados. Los exámenes incluirán tanto preguntas teóricas de desarrollo como cuestiones prácticas (morfosintaxis y comentario de texto, fundamentalmente). Asistencia, puntualidad, interés demostrado por la asignatura, participación, trabajo individual en casa y en clase, lectura obligatoria de los libros y otras cuestiones servirán para redondear la nota final del trimestre, tanto hacia arriba como hacia abajo. Los criterios de evaluación sólo los conocerá el profesor, que no siempre los aplicará con objetividad.

Espero que hayan entendido bien lo que he querido explicarles, pues, en principio, no hay establecido ningún mecanismo para que pueden pedirme aclaraciones sobre mi forma de plantear las clases ni yo estoy muy dispuesto a reunirme con ustedes para tratar esos temas.

Reciban un cordial saludo.

Nacho Gallardo
Profesor de Lengua Castellana y Literatura

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Esta entrada me fue sugerida tras la lectura de esta otra de Bego Omatos (en la misma línea se encuentra esta presentación de Aitor Lázpita), cuyo fin principal es la transparencia, comunicar a las familias en qué consiste el trabajo que desarrollamos en el aula y, como es recomendable en el aprendizaje por proyectos, incorporarlas a nuestras actividades como colaboradores necesarios. Yo también he escrito y enviado estas cartas; por eso sé que, tras ellas, se esconde además un intento de justificación de nuestro trabajo, la construcción de un primer muro de contención que resista los iniciales embates de una marea de padres airados que no comprenden nuestras propuestas para que sus hijos aprendan.

Por eso mismo, he querido darle la vuelta a la idea y escribir la carta de un profesor que usa una metodología tradicional. No he tenido que ir muy lejos para hallar inspiración: todo lo que digo en esta carta ha sido asumido y mantenido por mí (acaso con matices) en algún momento de mi carrera, así que no hay que buscar otros modelos aparte de mi propia práctica docente. Sin embargo, en el momento en que me encuentro, me parece insostenible una actitud de ese tipo, que -sospecho- sigue estando muy extendida.

Así, escrita en negro sobre blanco, se aleja mucho de lo que sería deseable e incluso de lo que se escribe en las programaciones didácticas o lo que obliga la normativa actual. Pero la sociedad tiene tan arraigada esta idea de la enseñanza que no me imagino una marea de padres contra mi profesor. Mientras no se destierre esa idea, me temo que toda reforma seguirá siendo un fracaso.

19 comentarios:

alazpita dijo...

Me parece un gran acierto tu carta, porque sirve para mostrar la contradicción que existe entre las prácticas docentes mayoritarias y el mundo que nos rodea (además del camino que las leyes educativas nos exhortan a seguir).
Yo siempre muestro a los padres el trabajo que vamos a hacer para que no les lleguen versiones distorsionadas a través de otras personas, y no sólo no les parece mal, sino que se ilusionan y me comentan por distintos cauces que sus hijos e hijas están motivados con el trabajo. Eso es lo que a mí me satisface más que cualquier "medalla".
Un abrazo.

José Luis Redondo dijo...

Nacho de verdad que me has hecho reflexionar y en parte me he sentido identificado y triste. Triste porque es una verdad como un templo que diariamente muchos profesores todavía utilizamos esa metodología.
Al menos yo todavía no he conseguido despegarme del todo y menos en 2º de Bachillerato

Nacho Gallardo dijo...

Aitor, tienes razón, no hay mayor satisfacción que cuando te agradecen el trabajo bien hecho y que te preocupes especialmente de que aprendan más y mejor. Y creo que hay que seguir explicando lo que hacemos para que se extienda la idea de que hay otras formas de enseñar y que son muy válidas.
José Luis, desprenderse del todo es muy difícil, pues nuestra formación docente (casi inexistente)nos obliga a imitar los modelos que conocemos. Que sintamos ese deseo de despegarnos (porque sabemos que no funciona) ya es un paso. En cuanto a 2º de Bachillerato, no es que no se pueda utilizar otra metodología sino que nos cuesta atrevernos porque la presión es mayor y viene de todos los lados. Pero hay que encontrar modos de mejorar la calidad del aprendizaje que al mismo tiempo contribuyan a mejorar los resultados de la PAU.

Javier dijo...

Me parece que esta carta tuya es demoledora (aunque estoy seguro de que quienes aplican tal cual esa metodología no se atreverían a escribir en tales términos ciertas cuestiones, sino que las adornarían un poco). Plantea un debate muy interesante, no solo sobre el enfoque metodológico, sino sobre la necesidad de justificar otros enfoques más acordes con los tiempos actuales y, curiosamente,también más acordes con la legislación presente.

Yo también he tenido que escribir cartas explicando algunas cuestiones básicas sobre mi manera de trabajar (por suerte, no he encontrado hasta el momento especiales reticencias, todo lo contrario, más bien me pasa lo que a Aitor, aunque lógicamente desconozco todo lo que se cuece entre bambalinas). Sin embargo, tu carta también me ha hecho darme cuenta de que, aunque mi concepción de la enseñanza esté en las antípodas, curiosamente muchas de mis prácticas no están tan alejadas de lo que planteas en ella y es por eso por lo que de repente me ha saltado la alarma. Evidentemente, una parte del planteamiento lo llevo a cabo de una manera más tradicional por exigencias del guion (departamentales), por no salirme ya más de lo debido del tiesto. Sin embargo, en otro sentido, me doy cuenta de que incluso al plantear secuencias o proyectos que buscan otra metodología, caigo en muchas rutinas seguramente cuestionables.

En este sentido, hay un aspecto que me interesa especialmente: la enseñanza de la morfología y la sintaxis. En mi corta experiencia y a pesar de haber leído mucho Zayas y compañía, no he sido capaz de plantear estos contenidos de otra manera distinta a como yo los había recibido en su momento, con clases teóricas seguidas de práctica y corrección de análisis. Puntualmente, se me ha ocurrido alguna actividad más dinámica, pero nada que me permitiese un planteamiento diferente para todo un curso. Y de ahí, me surgen inevitablemente más dudas sobre el qué y el cómo (otro apartado merecería el tema exámenes).

En fin, creo que me he excedido, pero es que la carta me ha impactado más de lo que podía esperar. Cuando leí el título, pensaba que me iba a encontrar un texto en el sentido contrario, de los que uno suele disfrutar y suscribir de pe a pa, pero un texto como el tuyo, sorprendentemente, potencia mucho más la autocrítica (y no solo la crítica hacia una aplicación a rajatabla de esa forma de trabajar). Esta claro que ese no es el modelo que algunos queremos, pero en algunos aspectos, nos resulta complicado escapar de él.

Nacho Gallardo dijo...

Gracias, Javier, por dejar aquí tus reflexiones y completar las ideas que pretendía proponer con esta entrada.
La carta no deja de ser un retrato de brochazos muy gruesos, no exento de sarcasmo. Parto de la base de que quien trabaja así no necesita dar ningún tipo de explicaciones, pues su forma de enseñar está asumida por nuestra sociedad como el procedimiento normal (y, por tanto, el más adecuado). Y nos cuesta a todos desprendernos de ella.
A veces me sorprende la facilidad con que los alumnos asumen las actividades tradicionales (“realiza los ejercicios de la página 166”) y lo que les cuesta arrancar en muchas otras más creativas (“escribe el guión de un video sobre un poema de Machado”). Es muy difícil romper hábitos y también nosotros sucumbimos a ellos, a veces por pereza pero también por convencimiento y, sobre todo, por exigencias de nuestro entorno más inmediato.
Creo que la insistencia actual sobre la lectura comprensiva y el objetivo de mejorar la competencia comunicativa de nuestros alumnos deben ser los faros de una transformación total de nuestra asignatura, que sitúe la enseñanza de la gramática en un nuevo contexto (en función de su contribución a la competencia en comunicación lingüística y no como un fin en sí mismo), lejos de su presencia hipertrófica en nuestros libros de texto y en nuestras conciencias de profesores de lengua. Revisar todo el currículo de nuestra materia a la luz del Marco Común europeo de referencia para las lenguas podría ser un camino. En este sentido, los nuevos temarios de oposiciones (ahora derogados) incluían algunos temas basados en el enfoque funcional-comunicativo.
El aprendizaje de la gramática tendría que surgir de nuestras necesidades de mejorar la comunicación y llevarse a cabo, desde luego, sobre textos reales. La experiencia de la enseñanza y aprendizaje de lenguas extranjeras debería servir de modelo para un cambio importante en la enseñanza y aprendizaje de la lengua materna.

Toni Solano dijo...

Acabar con el despropósito sobre el cual ironizas (porque es una total barbaridad seguir con un enfoque cognitivo del siglo XIX en estas fechas) supondría rehacer currículos, planes de formación y selección del profesorado y un sistema educativo planteado a largo plazo, sin cambios cada ocho años. Como esa 'conjunción planetaria' no se dará a menos que bajen hordas de extraterrestres y nos lobotomicen, tendremos que conformarnos con pequeños avances e intentos, que es en lo que estamos, tú o Aitor entre los destacados. Un saludo y enhorabuena por la entrada.

Alejandro Gámiz @candilenelpatio dijo...

Más de uno firmaría esta carta, pero sin el toque irónico. Ojo, pero es que te lo pueden hasta argumentar. Enseñar como te han enseñado, uno de los principales pecados de los docentes de hoy. Los 15 años del 2013 no son los 15 años del 92, ni siquiera los del 2000. Si no adaptamos nuestras metodologías y evaluación a los tiempos de ahora, nunca responderemos a las necesidades de nuestros alumnos. Luego diremos que pasan, que se aburren o que no están motivados. La evolución del docente, imprescindible en la escuela de hoy.

Loly Álvarez dijo...

Pues a mí me llega mi hijo con esa carta y me voy directamente a hablar con el profesor porque esa enseñanza es del siglo pasado y no entiendo el uso de la ironía con las familias... Un saludo

Nacho Gallardo dijo...

Toni, tú sabes que si alguna materia necesita de esa "conjunción planetaria" es la nuestra. Y de un poco de cordura en todos los frentes. A ver si podemos contagiar a alguno. Gracias por tus palabras.
Alejandro, enseñar como te han enseñado es lo más fácil, no requiere preparación alguna. Pero lo que funcionó en nosotros no tiene por qué funcionar en nuestros alumnos (tampoco lo hizo en muchos de nuestros compañeros de clase).La carrera de profesor de secundaria se ha centrado siempre en los contenidos de las asignaturas, no en la formación pedagógica. Eso impide que el profesorado actual se convierta en motor de la mejora educativa, al menos si no se produce un reciclaje.
Loli, la ironía está exagerada. Y no creo que nadie envíe cartas como estas, porque la mayoría no necesita justificar una práctica que, a pesar de ser del siglo pasado (o del anterior) está aún muy extendida entre el profesorado. A lo mejor es una nueva postura de las familias el revulsivo necesario.

Unknown dijo...

Una toma de postura muy valiente.
No solo se difunden cartas como esta, sino que la obsesión "garantista" por definir los criterios de calificación en vez de planear un currículo abierto con alumnos/as y familias se ha convertido en dogma. Se persigue a los innovadores, con el apoyo de algunos inspectores. El pretexto: evitar las reclamaciones y, cuando hay alguna, impedir que se aclaren las cosas, enredar, difamar, desacreditar lo nuevo. Tratar un podcast como si fuera una página pornográfica. Asustar a los chicos con que van a suspender el próximo curso o la selectividad, a causa de los métodos disruptivos. Despreocuparse del estado de la red wifi del centro y hasta retrasar las reparaciones; en lo cual participa la administración educativa.
El único modo de afrontar esa marea negra, que a veces se disfraza de otros colores, es un frente amplio y plural donde quepan todas las metodologías activas, los centros innovadores, los profes corresponsables y colaborativos (más allá de cualquier guruísmo), las buenas prácticas compartidas.
Un abrazo.
Por favor, sitúa el Barco del Exilio en tu PLE, también es cosa tuya...

Nacho Gallardo dijo...

Como siempre, un puñado de píldoras interesantes que, cuando te acercas a ellas, explotan y muestran todas sus posibilidades.
Dos apuntes. En cuanto a las reclamaciones, es evidente que se están saliendo de madre. De una garantía contra la arbitrariedad se están convirtiendo en una arbitrariedad por sí misma. En su afán por aprobar, la administración comulga con todo y carga la mano sobre el profesorado. El resultado es que el proceso no cumple ninguno de sus objetivos. Creo que hay que recuperarlo como un instrumento muy válido, pero con otras miras. En nuestro caso, generalmente las propuestas abiertas, que clarifican todos los aspectos de la materia (también la evaluación y la calificación), reciben menos reclamaciones que las prácticas oscurantistas. Y normalmente, son más criticadas por compañeros que por alumnado y familias.
Me gusta la idea del "frente amplio" que haga frente a tanta marea negra. Ideas como El barco del exilio contribuyen a ello. Claro que está en mi PLE, claro que lo siento como cosa mía. Tengo pensado embarcar en él pronto como Residencia de Estudiantes, aunque me está costando encontrar camarotes para mis alumnos.

blogge@ndo dijo...

Ver escrita y descrita esta concepción metodológica tan extendida produce escalofríos. Es tremendo pensar cómo puede ocurrir que después de tantos años de predicar que la enseñanza de la lengua debe ir por otros derroteros estas prácticas obsoletas, acientíficas y antiguas sigan teniendo tanto predicamento. En ninguna otra profesión se toleraría semejante despropósito. Una carta demoledora y real.

Nacho Gallardo dijo...

Espero que esta entrada no esté produciendo más tristeza que ganas de seguir trabajando para cambiar esta situación. Entre las acciones propias del activismo social se habla de la "estrategia del vampiro", que consiste en sacar a la luz las malas prácticas para que, al ser conocidas por la sociedad, acaben siendo abandonadas por la presión social. Esa ha sido mi intención al escribirla, pero siempre con optimismo.

Lourdes Domenech dijo...

Nacho, es curioso, al leer la carta he ido visualizando rostros, conversaciones, prácticas tan cercanas, tan lamentablemente vivas que me he entristecido. Has dibujado un perfil real de docente que además de ofrecer un planteamiento de la asignatura más que obsoleto presenta a una persona cerrada al cambio y al trato con terceros. ¡Cuánta soberbia encierran las palabras finales!

Tristemente el panorama educativo avala este tipo de concepciones de la materia (aumento de ratios, supresión de desdoblamientos, retirada de planes de tecnologización...). Muchos se agarran a los recortes para justificar una vuelta atrás, con clases más cómodas, más silenciosas, menos comprometidas, es decir, MENOS EDUCATIVAS.

Nacho Gallardo dijo...

Me está pasando algo parecido. La carta pretendía ser irónica pero la caricatura se hace más real de lo que quisiera. Espero que no se caiga en la fácil identificación de una forma de enseñar y los "buenos resultados", aunque como tú no soy optimista.

Departament Llengua dijo...

Desgraciadamente confirmo que esta forma de enseñar lengua y literatura sigue estando muy extendida. He llegado a tu blog buscando alternativas, nuevos caminos, pero es difícil salirse de lo que a uno le han enseñado a repetir. Suerte que Internet nos permite comunicarnos y aprender unos de otros, de nuestros éxitos y fracasos, así que me parece que seguiré entrando por tu blog. ¡Gracias!

Rosa Liarte dijo...

Ayer precisamente hablaba por teléfono con una muy buena amiga mía de la carrera tras meses sin hablar. Ella tiene dos hijos, uno en 2º de ESO, y la pregunta fue, ¿Cómo le va a tu hijo en el insti?, la respuesta fue, "no me cuentes, que vengo de tutoría hoy con el profe de inglés, porque le puso un 6 en la evaluación en el 2º trimestre, y mi hijo ha hecho todas las tareas, no ha faltado a clase, hizo los ejercicios de la Moodle, libretas con notas de 10, pero resulta que en el examen final del trimestre sacó un 6 y en la evaluación le ha puesto esa nota, vengo de hablar con él y no hay nada que hacer, mi hijo se merece esa nota porque tiene un 6 en el examen final, así que imagínate cómo estoy".
Lo triste, es que cuando me lo cuenta, encima tiene razón ella, y aunque vaya a hablar con el profesor, no ha valido de nada. Y hoy, leo esta entrada tuya, con el mismo tema, hasta que no se arranque de raíz esto, seguirá saliendo la planta una y otra vez.
Un saludo Nacho.

Nacho Gallardo dijo...

Rosa, no sé cómo lo hacen, pero incluso cuando en un departamento se decide ponderar en la calificación trimestral los distintos aspectos del trabajo de la asignatura (examen, cuaderno, trabajo en clase, plataforma, lectura, etc.), repito, no sé cómo lo hacen, pero sigue coincidiendo la calificación final con la nota del examen.

UnaiCinca dijo...

Parece irónico, el post, pero es más fiel a la realidad de lo que parece.
La dependencia del libro de texto aún es muy elevada y los exámenes tradicionales donde hay un poco de todo lo que se ha hecho durante el trimestre aún tienen gran protagonismo aunque sean bastante inútiles, al menos en el área de lengua; prueba de ello son los resultados en pruebas de nivel básico.
Lo sorprendente es que este tipo de enseñanza da seguridad a los padres (y algunos alumnos) y no cuestionan nada en general. En cambio, otras prácticas generan recelo.
En fin, supongo que debe ser cuestión de tiempo.