domingo, 1 de mayo de 2011

¿Cuál es el propósito de la educación (#purposedES)?

"El objetivo del Sistema Educativo no debería ser
producir mano de obra para la industria,
sino ciudadanos responsables" (Hutchins, vía @dreig)

Quiero aprovechar una fecha tan supuestamente reivindicativa como la de hoy para tratar en #500palabras determinados aspectos de la educación que sólo tangencialmente están teniendo cabida en este debate sobre los propósitos de la educación (#purposedES).

Entiendo la educación como un derecho inalienable del ser humano, reconocido tras muchos esfuerzos como resultado de las movilizaciones de los movimientos obreros. Tal como se reconoció en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la educación tendrá como propósito “el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales” (art. 26). En la base de esta reivindicación estaba la confianza en que la educación obligatoria y gratuita, así como la accesibilidad en condiciones de equidad a la enseñanza postobligatoria media y superior, contribuiría de forma importante a la extensión de la igualdad de oportunidades entre la ciudadanía, a la redistribución de la riqueza y a la consecución de una mayor justicia social, a la vez que, mediante el arrinconamiento de la incultura, se pretendía hacer frente a las estrategias de manipulación informativa y a las simplificaciones del pensamiento único.

Pero es evidente que estamos en unos momentos cruciales en los que el conjunto de los derechos sociales pierde valor frente a la contundencia del liberalismo económico. Datos como los de la reciente EPA indican la fragilidad del derecho al trabajo, mientras que se demoniza el derecho de huelga o se descalifica la acción sindical y se desincentiva la sindicación.

En cuanto al derecho a la educación, su defensa se inclina más hacia la libertad de elección de centro que a una preocupación honesta por que esté alcanzando efectivamente el objetivo propuesto; incluso se cuestiona ya la gratuidad. Se trata de desarrollar las posibilidades de negocio privado de un servicio tradicionalmente suministrado por los estados mediante la titularidad pública de los centros y la condición de funcionarios públicos de sus trabajadores, aspectos ambos que se ponen en cuestión en las actuales circunstancias de crisis económica.

En una muestra máxima de cinismo, se somete también la estructura del sistema educativo a las necesidades de las empresas: tanto la incorporación de las competencias básicas como la implantación del EEES (donde el grado es un título indefinido que necesita completarse con un máster, para el que ya no hay becas sino préstamos) tiene mucho de subordinación de la educación a una capacitación profesional que no debe estar entre sus prioridades (que apuntan, recordemos, al “pleno desarrollo de la personalidad humana”). Como contrapartida, este esfuerzo de la sociedad en su conjunto no va a suponer para el joven demandante de empleo, en el mejor de los casos, más que la indecencia de sucesivos contratos de aprendizaje; de hecho, tampoco hay ya garantías de que más educación suponga más y mejor trabajo.

Todo lo expuesto me lleva, a pesar de sus importantes carencias, a una defensa firme de la escuela pública y del funcionariado (por estar libres de las exigencias de beneficio económico o de otra índole que priorizan las actividades de las instituciones privadas) como los únicos capaces de garantizar lo que creo que debe ser el propósito de la educación: formar personas plenamente competentes que  constituyan una ciudadanía crítica capaz de pensar con autonomía y enfrentar los retos de la sociedad en igualdad de condiciones. Desde mi punto de vista, los ataques y descalificaciones que reciben tanto la escuela pública como sus trabajadores son, paradójicamente, indicativos de que no lo estamos haciendo tan mal en este sentido.

Pero tampoco esta defensa significa que esté conforme con la situación actual. Con la misma firmeza, creo necesario repensar la formación del profesorado en función de las necesidades de la escuela y no de las cuestiones internas de las universidades; establecer un sistema de acceso a la función pública docente que redefina los principios de capacidad y mérito de los seleccionados; desarrollar mecanismos de exigencia constante a los trabajadores funcionarios que impida que la seguridad del puesto de trabajo se convierta en dejación de sus labores; llevar a cabo una reflexión en profundidad sobre los planteamientos metodológicos y una racionalización de los currículos; y el incremento y la racionalización de los presupuestos destinados a la educación y la evaluación constante de los centros y el establecimiento de planes de mejora en función de la misma  y la extensión de una cultura de la colaboración entre el profesorado y otros muchos etcéteras.

Por eso tenemos hoy mucho que celebrar, pero, sobre todo, mucho más que reivindicar.

¡Feliz día, compañeros y compañeras, trabajadores y trabajadoras de la enseñanza!  

(Lo siento, yo también he superado las #500palabras).

_____________________________________________________________________________
P.S. Una vez terminado de escribir el texto, y antes de subirlo al blog, me llega el enlace del vídeo de @gorkafm. No me he podido resistir a colocarlo aquí.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Aquí cabemos todos y no dormirnos en los laureles también, es para todos.

Lourdes Domenech dijo...

Nacho, me parece una aportación muy interesante.
Analizar el asunto desde ámbitos distintos nos va a dar una visión más completa. La escuela pública pasa por momentos críticos en una sociedad liderada por el consumismo y la privatización. Es bueno reflexionar también sobre el futuro de la Educación para todos, por si ésta corre el riesgo que parece adivinarse.

Omar José Miratía Moncada dijo...

Interesante iniciativa, Felicitaciones.
El propósito de la educación debe ser formar ciudadanos libres, responsables, con alto compromiso ético, de justicia y equidad para con la humanidad en general

Omar Miratía
Caracas-Venezuela (UCV)

Elisabet Fonts dijo...

Me ha encantado tu post felicidades estoy con que la escuela se debe "formar personas plenamente competentes que constituyan una ciudadanía crítica capaz de pensar con autonomía y enfrentar los retos de la sociedad en igualdad de condiciones". Enseñar a pensar es una de las asignaturas más importantes como también ser personas.

Nacho Gallardo dijo...

Anónimo: claro que cabemos todos. Simplemente creo que es el Estado quien debe garantizar el derecho a la educación. Gracias por pasarte por aquí y dejar tu comentario.
Lu: creo que el debate está yendo por los cauces adecuados y espero que tenga la repercusión que se pretende. En cuanto a la escuela pública, me preocupa que pase a formar parte de ese mercadeo en que se ha convertido la sociedad actual y que retrocedamos como en tantas otras cosas. Los que estamos dentro conocemos bien de cerca sus defectos, pero también sus virtudes, y confiamos en que pueda desarrollar sus capacidades. Gracias por comentar.
Omar: celebro que haya sido a través de mi blog como hayas conocido este proyecto. Coincido con tu respuesta a la pregunta “¿Cuál es el propósito de la educación?” y te invito a conocer otras respuestas a la misma en la página del proyecto. Gracias por aportar desde tu país hermano.
Elisabet: enseñar a pensar y a ser personas, casi nada. Un trabajo de la escuela, de las familias y de toda la sociedad, necesitada de invertir en ello para conseguir su propia supervivencia. Muchas gracias por tu comentario.

Toni Solano dijo...

¿Qué hemos hecho para convertir a los trabajadores en culpables del caos que vivimos? ¿Cómo criticamos al funcionario, cómo nos enfadamos con los huelguistas sean del sector que sean? ¿En qué clase de 'señoritos' nos han convertido para que pensemos que no somos clase obrera? Soy profesor pero me considero un currante, no un burgués, ni un empresario, ni siquiera un 'profesional liberal'. En estos tiempos de crisis sé muy bien el lugar que ocupo y cuando me venden un paraíso exclusivo sé muy bien que son cantos de sirena. Quien se los tome en serio que apechugue con lo que venga detrás, porque el sistema no permite el lujo y el derroche a tantos millones de personas. Y, aunque parece que todo este rollo no tiene mucho que ver con el estatus del docente, creo que conviene por una vez tomar conciencia de quiénes somos.

Nacho Gallardo dijo...

Coincido plenamente con tu comentario, Antonio. Siempre me he considerado un trabajador, y para hacerlo en la escuela pública, en la que creo, tuve que presentarme a unas oposiciones de funcionario docente. No es el estatuto que más me agrada, pues tiene tanto privilegios (que no me gustan) como carencias importantes. Pero es lo que hay. O lo que había hasta ahora. El envite contra los servicios públicos, en especial la sanidad y la educación, es inevitable, como lo es también la campaña contra el funcionariado, única bolsa de trabajo estable que está quedando en el mundo occidental. Si ni nosotros sabemos escapar de la manipulación y del poder de los medios, no sé cómo podremos educar ciudadanos críticos, no manipulables. Gracias por enseñarme que no estoy solo en este pensamiento.

Carmen Iglesias dijo...

Si señor, creo que eres el primero en reivindicar algo tan necesario como es revisar la labor del funcionario docente que se acomoda en su sillón y ¡qué se las den todas!. Y además les incomodan los alumnos hasta el punto de decir que están desmotivados, sin querer reconocer que la mayoría de las veces son ellos la causa de esa desmotivación.
¡Cómo se sufre! cuando tienes un hijo en 1º de bachiller y te dice que estudiar es un rollo y ¡no me extraña! con los profes que tiene, una verdadera lástima.

Ahora que más pena da que se estén cargando la enseñanza pública poco a poco. Tus reivindicaciones son muy a tener en cuenta, por que en la pública aunque no lo parezca hay gente con muchas ganas de tirar para adelante.

Mi más sincera enhorabuen y un placer poder participar en esta campaña

Nacho Gallardo dijo...

Agradezco que aportes tu visión de madre. Las autoridades garantizan exclusivamente el derecho a la escolarización, no el derecho a la educación. No cuando se permite un 30% de fracaso escolar en la enseñanza obligatoria y cuando gran parte del otro 70% no ha desarrollado las competencias básicas. Y eso, para una gran parte del profesorado funcionario, "non vale un figo". Mi postura es que antes que desprestigiar totalmente al sistema educativo hay que exprimir al máximo sus posibilidades, incidiendo más en metodología y evaluación antes que en contenidos, y exigiendo a cada cual según sus responsabilidades.

pilar dijo...

Nacho, me han gustado mucho tus 500palabras.Yo trabajo en un colegio concertado de alto estanding donde sobran los recursos tecnológicos, y desde hace 11 años, un día a la semana voy a la cárcel, donde no tenemos casi nada, y donde casi todos los materiales didácticos están prohibidos .Los maestros de la escuela de la cárcel tienen un acceso a internet en su despacho, nosotras como somos voluntarias ni siquiera tenemos ese derecho.
Sin embargo, en el proyecto Chicass10 ocurre el milagro de que hay mujeres analfabetas que poco a poco van adquiriendo competencias, ejercen el pensamiento crítico, descubren que les gusta escribir o pintar, e incluso deciden que mientras están presas pueden ser voluntarias, igual que yo .Y lo más importante para mí, son capaces de ejercer un liderazgo ético, allí dentro .Sienten que el proyecto es colectivo y de ellas.Entre todas hemos conseguido un espacio de cultura en libertad.
Como dice Kusturica, la vida es un milagro, ellas me han enseñado lo que es la educación.
Tiene su gracia que donde estemos trabajando las competencias con procesos de enseñanza-aprendizaje cooperativos sea en la cárcel.
Porque en mi trabajo seguimos con más de los mismo.
Un abrazo.

Nacho Gallardo dijo...

Gracias, Pilar, por pasarte por aquí. Es lo que intento decir en mi entrada: el derecho a la educación sólo lo garantiza la enseñanza pública. Allí donde no hay posibilidad de hacer negocio, como en tu cárcel, no se acerca la iniciativa privada, sólo la pública. Y si aparecéis voluntarias para echar una mano, tanto mejor.
Trabajo con alumnado adulto y ocurre lo mismo: es la administración quien se encarga de formarlos. En muchos casos, son también personas con muchas dificultades para enfrentarse a la sociedad a causa de la incultura (que es también una suerte de cárcel personal). Y la brecha digital también es en ellos importante, pues a la cultura se suma la edad.
Curiosamente, en Andalucía, el único currículo oficial realmente adaptado al aprendizaje por competencias es el currículo de la ESA; inluso en el borrador de la orden que crea el Instituto de Bachillerato a Distancia se habla expresamente de que la metodología ha de ser el aprendizaje por tareas. En ambos casos, el papel de las TIC es importantísimo.
Sin embargo, para nuestra sociedad, la variedad de prestigio en educación sigue siendo la clase tradicional, el centro disciplinado, el temario que se agota y el libro de texto de mayor nivel.
Así nos va.

pilar dijo...

Así nos va,Nacho.Creo que fue Oscar Wilde quien dijo algo así como que la educación es admirable cuando se ha olvidado todo lo que se aprendió en la escuela.
¡Vaya, también este gran hombre estuvo en la cárcel..!
Un abrazo.

elmaestrojuan dijo...

Buena entrada Nacho. Ofreces muchos enlaces para completar las hipótesis que planteas y nos das propuestas de solución. Me ha gustado que no quedas en la queja sino que propones soluciones ¡y en 500 palabras! Esta claro que la educación necesita del maestro y éste no está teniendo la atención que debe. Rebajarnos un 5% el sueldo no es buena cosa para empezar. Nuestra actitud ante los chavales en cuanto entramos en clase ya nos condiciona y, o bien estamos ilusionados por lo que hacemos, o nuestra acción educadora se quedará en una mera transmisión fría. Saludos desde Valencia.

Nacho Gallardo dijo...

Gracias por tu comentario, Juan. Comparto contigo la idea de que si el derecho a la educación es prioritario hay que cuidar especialmente a los profesionales que lo garantizan. El caso es que todos conocemos distintos grados de implicación en esta tarea, asunto que no consigue sino el efecto contrario al deseado. La facilidad que han demostrado para influir en nuestros sueldos podrían demostrarla también para otras cuestiones más necesarias.