No pretendo tratar aquí profundamente mis ideas sobre el tema, aunque sí me gustaría dejar claras una serie de premisas:
- En una sociedad que aún discrimina por múltiples razones (entre ellas el sexo o género), todas las iniciativas que tiendan a extender una igualdad real entre todo tipo de personas goza, de antemano, de mi simpatía y, muy posiblemente, de mi apoyo.
- Como estudioso de la lengua, sé que los individuos difícilmente podemos modificar en unos pocos años usos lingüísticos establecidos durante cientos de ellos; pero también sé que la lengua es un organismo vivo y cambiante que refleja los usos sociales y la ideología de quienes la hablamos.
- En el momento actual, sin necesidad de violentar la sintaxis ni la morfología, existen procedimientos suficientes para visibilizar a todas y a todos, aunque en determinados contextos siga siendo necesario utilizar recursos poco económicos en virtud del beneficio que se pudiera obtener (por ejemplo, en educación).
En un taller de escritura sobre la entrevista, se proponen actividades de vocabulario relacionadas con las profesiones (página 160), ya que muchas de las personas interesantes que podemos entrevistar lo son en virtud de la profesión que ejercen. Pues bien, todas las profesiones propuestas aparecen, bien en masculino (locutor, maquillador, presentar, mezclador de sonido, redactor, fotógrafo, programador informático, diseñador gráfico, enfermero, costurero, cardiólogo, entrenador, diseñador, arquitecto, cirujano, sastre, profesor, zoólogo, carpintero, juez, agricultor), bien son sustantivos comunes en cuanto al género (cámara de televisión, periodista, anestesista, masajista, modelo, alpinista, escayolista, pediatra). Como se puede percibir, hasta las actividades más tradicionalmente desempeñadas por mujeres aparecen como masculinas (maquillador, costurero, enfermero).
Creo que debemos denunciar que siguen publicándose ejercicios de este tipo, que hacen un flaco favor a la causa de la igualdad real de género y que se esconden tras una concepción falsa de lo que es en español el masculino como elemento no marcado. El masculino, en estos casos, marca y, en las conciencias de nuestras alumnas y alumnos, marca permanentemente. Pero no me atrevo a decir que el español sea machista, aunque sí propongo que desterremos el uso machista del español.
Desde nuestras clases de lengua podemos tener especial cuidado en los textos que se seleccionan, en las oraciones que se analizan, en los autores y autoras que se estudian o que se esconden. Aprovechar nuestros conocimientos de la lengua para hacer visible a quienes deban ser visibles en cada contexto. Cambiar el currículo oculto actual por otro creado de nueva planta y sesgado a favor de la igualdad real.
Propongo que publiquemos en nuestros blogs cómo enfrentamos en clase este tema y difundamos las entradas en Twitter con el hashtag #lenguaNOsexista.
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