Les escribo como profesor de Lengua Castellana y Literatura de sus hijos e hijas, para explicarles algunas cuestiones sobre el trabajo en esta asignatura.
Como saben, la materia que imparto es una de las más importantes del currículo, junto a las matemáticas (aunque lo es más la lengua, porque es la base de todos los aprendizajes del resto de las materias). Debido a esta importancia, sus contenidos se agrupan en dos grandes bloques: por un lado, el aprendizaje de la Gramática; por otro, el de la Literatura Española.
Los temas de Gramática consistirán fundamentalmente en el conocimiento de la morfología y la sintaxis del español, que sus hijos aprenderán con las explicaciones del profesor y posteriormente aplicarán analizando morofosintácticamente oraciones creadas ex profeso para ese fin, no extraídas de textos orales o escritos que supongan un uso real de la lengua.
Los temas de Literatura Española tratarán aspectos de historiografía literaria, biografías de los autores más importantes y etapas en su producción literaria; en algunos casos, también leeremos fragmentos de obras seleccionadas, que se comentarán atendiendo especialmente a la métrica utilizada y elaborando listas con los recursos literarios empleados por el autor.
Para desarrollar los contenidos de la asignatura utilizaremos el Libro de Texto, escrito por importantes entendidos en nuestra materia. Así no tendremos que perder tiempo en seleccionar los contenidos, metodología ni criterios de evaluación de entre los propuestos por la Administración Educativa, sino que nos conformaremos con lo que hayan decidido los autores del libro, aunque desconozcan las peculiaridades e intereses de sus hijos e hijas. Los ejercicios propuestos por estos autores, como es evidente, se mandarán como deberes de casa (excepto los talleres de redacción y las actividades TIC, que nos hacen desviarnos de lo esencial), sin importarnos su pertinencia, pues es importante que el alumno tenga siempre algún trabajo de la asignatura para las tardes (nuevamente, debido a la importancia de la materia).
La metodología utilizada tratará de transmitir el conocimiento del profesor, que es quien lo posee, al alumno, que debe recibirlo. Para ello se utilizarán las explicaciones orales, por lo que es imprescindible que sus hijos e hijas permanezcan en permanente silencio durante toda la hora de clase. Una técnica muy usual será el dictado de apuntes o el subrayado del libro de texto, actividades que consiguen eficazmente ese necesario silencio y hacen que la hora de clase se haga mucho más corta. Similar función tienen los dictados, que incluso sirven para mejorar la ortografía de los alumnos. No utilizaremos ordenadores sino para buscar información o textos literarios y siempre que se hayan impartido los temas programados para cada trimestre.
Por tanto, un día normal de clase debe comenzar con la corrección de los ejercicios enviados para casa, las explicaciones del profesor sobre el tema en cuestión (o dictado de apuntes, si se estima conveniente), una pequeña práctica para comprobar que se ha aprendido lo que debía aprenderse durante la clase y la relación de ejercicios que deben ser hechos en casa. Es importante que se traigan realizados, aunque, como se hacen fuera del aula, no les daremos mucha importancia, porque puede haberlos hecho otra persona (por ejemplo, los profesores particulares) o pueden copiarse de Internet o de un compañero antes de entrar en clase.
Cada trimestre habrá un libro de lectura obligatoria, necesario para aprobar la asignatura, elegido por los profesores del departamento en virtud de lo que consideramos interesante para los alumnos. Estos tendrán que demostrar que se ha leído el libro, superando un examen escrito. Con esta medida se pretende que se aficionen a la lectura y la incorporen como un hábito en su vida.
Realizaremos también dos exámenes cada trimestre y la nota media de ellos será la calificación de esa evaluación, siempre que ambos estén aprobados. Los exámenes incluirán tanto preguntas teóricas de desarrollo como cuestiones prácticas (morfosintaxis y comentario de texto, fundamentalmente). Asistencia, puntualidad, interés demostrado por la asignatura, participación, trabajo individual en casa y en clase, lectura obligatoria de los libros y otras cuestiones servirán para redondear la nota final del trimestre, tanto hacia arriba como hacia abajo. Los criterios de evaluación sólo los conocerá el profesor, que no siempre los aplicará con objetividad.
Espero que hayan entendido bien lo que he querido explicarles, pues, en principio, no hay establecido ningún mecanismo para que pueden pedirme aclaraciones sobre mi forma de plantear las clases ni yo estoy muy dispuesto a reunirme con ustedes para tratar esos temas.
Reciban un cordial saludo.
Nacho Gallardo
Profesor de Lengua Castellana y Literatura
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Por eso mismo, he querido darle la vuelta a la idea y escribir la carta de un profesor que usa una metodología tradicional. No he tenido que ir muy lejos para hallar inspiración: todo lo que digo en esta carta ha sido asumido y mantenido por mí (acaso con matices) en algún momento de mi carrera, así que no hay que buscar otros modelos aparte de mi propia práctica docente. Sin embargo, en el momento en que me encuentro, me parece insostenible una actitud de ese tipo, que -sospecho- sigue estando muy extendida.
Así, escrita en negro sobre blanco, se aleja mucho de lo que sería deseable e incluso de lo que se escribe en las programaciones didácticas o lo que obliga la normativa actual. Pero la sociedad tiene tan arraigada esta idea de la enseñanza que no me imagino una marea de padres contra mi profesor. Mientras no se destierre esa idea, me temo que toda reforma seguirá siendo un fracaso.